Tuesday, August 30, 2011

Vision

[by Delmira Agustini, 1913]

Perhaps a mirage
in desire’s deep mirror,
or was it divine, simply life
where I saw you watch me sleep the other night?
In my alcove swelled by loneliness & fear,
you appeared at my side mute
as a giant mushroom, dead & alive,
spawned in night’s corners
sweating in silence
& slimy with shadowy loneliness.

You bent to me, slung
like a lake’s cup of crystal
over desert’s slick of fire;
you bent to me, as sickness
gives life to faultless opiates
& stony bindings of Death.

You bent to me like a believer
to communion’s holy wafer . . .
– drop of snow with taste of stars
nursing lilies of flesh,
God’s spark that spangles spirits.
You bent to me like Melancholy’s
great willow
bends to quiet bottomless lakes;
you bent to me like Pride’s
marble tower
hollowed by monster sadness
bends to your shadow’s solemn sister . . .
You bent to me as if my body
were your destiny’s birth
in my bed’s dark page;
you bent to me as if to the marvel
of a window open to the farthest view.
& you bent farther still!

& my look was a serpent
fixed between thickets of eyelash
at your body’s worshipping swan.
Already my body was a serpent
slinking through shadowy cliffs
to your body’s lily cast.
You bent farther & farther . . . so far
you bent so far
my lusty flowers doubled,
my life stained by all of your life . . .

Stilled, I awaited the wingbeat
of your wondrous embrace; a four-arm
embrace heaven would dress
in fever & marvels; we would fly!
& rapt arms would dig
four roots of a new race.

Stilled, I awaited the wingbeat
of your wondrous embrace . . .
           & when
I opened my soul-filled eyes, I saw
you quail & quit
to who knows what colossal shadowy fold!


Visión

¿Acaso fue en un marco de ilusión,
en el profundo espejo del deseo,
o fue divina y simplemente en vida
que yo te vi velar mi sueño la otra noche?
En mi alcoba agrandada de soledad y miedo,
taciturno a mi lado apareciste
como un hongo gigante, muerto y vivo,
brotado en los rincones de la noche,
húmedos de silencio,
y engrasados de sombra y soledad.

Te inclinabas a mí, supremamente,
como a la copa de cristal de un lago
sobre el mantel de fuego del desierto;
te inclinabas a mí, como un enfermo
da la vida a los opios infalibles
y a las vendas de piedra de la Muerte.

Te inclinabas a mí como el creyente
a la oblea de cielo de la hostia . . .
– Gota de nieve con sabor de estrellas
que alimenta los lirios de la carne,
chispa de Dios que estrella los espíritus –.
Te inclinabas a mí como el gran sauce
de la Melancolía
a las hondas lagunas del silencio;
te inclinabas a mí como la torre
de mármol del Orgullo,
minada por un monstruo de tristeza,
a la hermana solemne de su sombra . . .
Te inclinabas a mí como si fuera
mi cuerpo la inicial de tu destino
en la página oscura de mi lecho;
te inclinabas a mí como al milagro
de una ventana abierta al más allá.
¡Y te inclinabas más que todo eso!

Y era mi mirada una culebra
apuntada entre zarzas de pestañas,
al cisne reverente de tu cuerpo.
Ya era mi deseo una culebra
glisando entre los riscos de la sombra
a la estatua de lirios de tu cuerpo.
Tú te inclinabas más y más . . . y tanto,
y tanto te inclinaste,
que mis flores eróticas son dobles,
Toda tu vida se imprimió en mi vida . . .

Yo esperaba suspensa el aletazo
del abrazo magnífico; un abrazo
de cuatro brazos que la gloria viste
de fiebre y de milagro; ¡será un vuelo!
Y pueden ser los hechizados brazos
cuatro raíces de una raza nueva.

Yo esperaba suspensa el aletazo
del abrazo magnífico . . .
           Y cuando
te abrí los ojos como un alma, vi
¡que te hacías atrás y te envolvías
en yo no sé qué pliegue inmenso de la sombra!



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