[from Gabriela Mistral’s Lagar, 1954]
Dreaming, I had no father
no mother, no joy or grief,
it wasn’t my treasure
I had to mind until dawn,
I wore no age or name,
no win no loss.
My enemy could harm me
or Pedro, my friend, deny me,
by going so far
their arrows didn’t find me:
sleeping woman,
this world gave me what others
give to the unborn . . .
Nothing hurt where I was:
not seasons, sun, or moons,
blood didn’t sting
nor Time’s greening;
tall silos didn’t rise
nor hunger stalk the silos.
As if drunk, I said:
“Country, My Homeland, Patria!”
But I held in my mouth
– poor woman – a warm thread,
thistledown that came & went
in the least breeze,
no more than a spider’s strand
or a tidal spline of sand.
I might have stayed & I returned.
Behind me again the wall,
& I must listen & answer
call out my claims,
be peddler once more.
I carry my block of stone
my fistful of tools.
I rally my will
like tossed-out boots,
I swell my habit
& resume the world.
But some day I will go
without embraces or tears,
boat passing at night
that others won’t follow
nor spy its red flashes
nor hear its stops.
La desasida
En el sueño yo no tenía
padre ni madre, gozos ni duelos,
no era mío ni el tesoro
que he de velar hasta el alba,
edad ni nombre llevaba,
ni mi triunfo ni mi derrota.
Mi enemigo podía injuriarme
o negarme Pedro, mi amigo,
que de haber ido tan lejos
no me alcanzaban las flechas:
para la mujer dormida
lo mismo daba este mundo
que los otros no nacidos . . .
Donde estuve nada dolía:
estaciones, sol ni lunas,
no punzaban ni la sangre
ni el cardenillo del Tiempo;
ni los altos silos subían
ni rondaba el hambre los silos.
Y yo decía como ebria:
“¡Patria mía, Patria, la Patria!”
Pero un hilo tibio retuve,
– pobre mujer – en la boca,
vilano que iba y venía
por la nonada del soplo,
no más que un hilo de araña
o que un repunde de arenas.
Pude no volver y he vuelto.
De nuevo hay muro a mi espalda,
y he de oír y responder
y, voceando pregones,
ser otra vez buhonera.
Tengo my cubo de piedra
y el puñado de herramientas.
Mi voluntad la recojo
como ropa abandonada,
desperezo mi costumbre
y otra vez retomo el mundo.
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