Thursday, February 10, 2011

Bed of Mirrors

[from Gonzalo Rojas, Oscuro, 1977]

Bed of Mirrors

That mandarin made bank in that mirrored bed – two mirrors:
he made love & took the view
he’d never die, & lying here he watched his face through his feet,
& the lower mirror vollied the face of what’s seen;
thus he authored a thesis between two lights: up
against down, & bedded nearly in air
began to build his awesome wooden flight.

Vociferous days & the bureaucrat’s dry dust
were all for naught against the fated spell:
carnal ideograms, variously wired butterflies,
many many of heaven’s daughters were fired in the flames
of those two lascivious, somnambulant mirrors
intimately stalled at two meters, closed one on the other:
the one so the other would tell the other that One is the Start.

Not yin nor yang, nor did the circuit from sperm to breathing
tear him out of this liturgy, scenes were swift
in stilled paroxysm: brilliant the black ship sailed
its hull oiled, its canvas burnished,
& a current of angel air dispersed from High to Low
without repairing the glitch that Low was High inside
the mandarin’s brain. Not yin nor yang, & this is lost in Origin.



Cama con espejos

Ese mandarín hizo de todo en esta cama con espejos, con dos espejos:
hizo el amor, tuvo la arrogancia
de creerse inmortal, y tendido aquí miró su rostro por los pies,
y el espejo de abajo le devolvió el rostro de lo visible;
así desarrolló una tesis entre dos luces: el de arriba
contra el de abajo, y acostado casi en el aire
llegó a la construcción de su gran vuelo de madera.

La estridencia de los días y el polvo seco del funcionario
no pudieron nada contra el encanto portentoso:
ideogramas carnales, mariposas de alambre distinto, fueron muchas y muchas
las hijas del cielo consumidas entre las llamas
de aquestos dos espejos lascivos y sonámbulos
dispuestos en lo íntimo de dos metros, cerrados el uno contra el otro:
el uno para que el otro le diga al otro que el Uno es el Principio.

Ni el yinn ni el yang, ni la alternancia del esperma y de la respiración
lo sacaron de esta liturgia, las escenas eran veloces
en la inmovilidad del paroxismo: negro el navío navegaba
lúcidamente en sus aceites y el velamen de sus barnices,
y una corriente de aire de ángeles iba de lo Alto a lo Hondo
sin reparar en que lo Hondo era lo Alto para el seso
del mandarín. Ni el yinn ni el yang, y esto se pierde en el Origen.

Friday, February 4, 2011

Letting Go

[from Gabriela Mistral’s Lagar, 1954]

Dreaming, I had no father
no mother, no joy or grief,
it wasn’t my treasure
I had to mind until dawn,
I wore no age or name,
no win no loss.

My enemy could harm me
or Pedro, my friend, deny me,
by going so far
their arrows didn’t find me:
sleeping woman,
this world gave me what others
give to the unborn . . .

Nothing hurt where I was:
not seasons, sun, or moons,
blood didn’t sting
nor Time’s greening;
tall silos didn’t rise
nor hunger stalk the silos.
As if drunk, I said:
“Country, My Homeland, Patria!”

But I held in my mouth
– poor woman – a warm thread,
thistledown that came & went
in the least breeze,
no more than a spider’s strand
or a tidal spline of sand.

I might have stayed & I returned.
Behind me again the wall,
& I must listen & answer
call out my claims,
be peddler once more.

I carry my block of stone
my fistful of tools.
I rally my will
like tossed-out boots,
I swell my habit
& resume the world.

But some day I will go
without embraces or tears,
boat passing at night
that others won’t follow
nor spy its red flashes
nor hear its stops.


La desasida

En el sueño yo no tenía
padre ni madre, gozos ni duelos,
no era mío ni el tesoro
que he de velar hasta el alba,
edad ni nombre llevaba,
ni mi triunfo ni mi derrota.

Mi enemigo podía injuriarme
o negarme Pedro, mi amigo,
que de haber ido tan lejos
no me alcanzaban las flechas:
para la mujer dormida
lo mismo daba este mundo
que los otros no nacidos . . .

Donde estuve nada dolía:
estaciones, sol ni lunas,
no punzaban ni la sangre
ni el cardenillo del Tiempo;
ni los altos silos subían
ni rondaba el hambre los silos.
Y yo decía como ebria:
“¡Patria mía, Patria, la Patria!”

Pero un hilo tibio retuve,
– pobre mujer – en la boca,
vilano que iba y venía
por la nonada del soplo,
no más que un hilo de araña
o que un repunde de arenas.

Pude no volver y he vuelto.
De nuevo hay muro a mi espalda,
y he de oír y responder
y, voceando pregones,
ser otra vez buhonera.

Tengo my cubo de piedra
y el puñado de herramientas.
Mi voluntad la recojo
como ropa abandonada,
desperezo mi costumbre
y otra vez retomo el mundo.